Cocina y Arte: su semejanza se podría decir, no tiene coincidencias
Hay numerosos textos, manifiestos y obras que definen qué es arte y por consecuencia que es artista. Entonces nos podríamos preguntar ¿Puede ser la cocina, considerada disciplina artística? y si es así ¿El cocinero puede ser artista? y por ende su plato una obra de arte? Algunos dicen que si, pero ¿Por qué si?
Hablemos de los inicios de la cocina como un oficio. Estos se remontan a la antigüedad, cuando comenzamos a domesticar plantas y animales y a aprender a preparar alimentos de manera más formal.
En las civilizaciones antiguas, las cocinas comenzaron a adquirir una importancia especial en las cortes reales. Los cocineros trabajaban para reyes y nobles, lo que inevitablemente llevó al desarrollo de técnicas de cocina aún más sofisticadas, para deleitar a sus exigentes espectadores.
De este modo se generó un vínculo clave para el desarrollo del oficio. La exigencia juega un papel clave en la evolución de las disciplinas.
Punto de semejanza con el arte.
El espectador, la obra y el artista, son parte de un acto creativo, que introduce el sentido básico de la observación generando un trabajo intelectual que lo hace entrar en la compleja problemática que otorga la imagen.
Estos tres elementos se hacen presentes en diferentes momentos de este acto. Y son claves para nuestra reflexión.
El artista interviene conocimientos que sustentan una narrativa, que a su vez, genera un diálogo entre este y el espectador, conduciendo el sentido de nuestra observación, y así planteándonos nuevos razonamientos.
Lxs chefs, sus platos y su visión generan una tienen en el momento de ejecución. La presentación artística a través de elementos visuales.
La estética es una de las protagonistas claves en la definición de arte, y también en la presentación de un plato, cuyo espectador espera para configurar su propia visión y plantearse nuevos razonamientos.
La conexión emocional que se genera con el espectador tiene que ver intrínsecamente con la definición de arte. Eso ocurre muy seguido en esta disciplina si es que se quiere generar algo en el comensal.
La comida y el arte, y su vínculo con la intimidad. Nos penetran en los sentidos, en la memoria, en todo aquello que pensamos hasta ese momento. Una recolección de sugestiones que juntos determinan el valor de la obra. Como provocador de sensaciones y de percepciones.
La cocina también puede ser considerada arte porque está estrechamente vinculada a la cultura y la identidad de una región o país. Los ingredientes, las recetas y las técnicas culinarias son transmitidos de generación en generación, lo que crea una tradición culinaria única que refleja la historia y la evolución de una sociedad.
Otro hecho que sustenta la intersección conceptual entre el arte y la cocina, es la antropología. La cocina y la alimentación son aspectos fundamentales de la cultura humana.
La comida no solo satisface necesidades fisiológicas, sino que también espeja aspectos sociales, económicos, religiosos y simbólicos de una comunidad. Entonces hablemos de identidad. Y si hablamos de identidad, ¿por qué no traer de nuevo el concepto intimidad y vincularlos?
IDENTIDAD.
Es el lente con el que vemos al mundo.
Los antropólogos estudian el cultivo, la preparación, el consumo y la cultura.
La existencia del oficio está fuertemente ligada, o mejor dicho, fundada a partir de leyes de la antropología. Y es así como se encuentran, artista y espectador, a través de la obra.
Un LENTE propio.
DOS miradas.
Una OBRA.
El arte debe conocer la cultura para poder intervenirla y ofrecerla al mundo como tributo de la identidad. Será entonces interpretada mediante el gran lente de la identidad y sujeta al recuerdo de su espectador, que la buscará para la próxima obra que capture su lente.